lunes, julio 18, 2005

De visitas y zempazuchitl.

Pues parece un pirul-le confirma mi tía Elodia a mi abuelita señalando un pequeño árbol cuyas hojas empiezan a nacer, véngase por acá comadre, vamos a darle una vuelta a Doña Senovia-le dice en un lenguaje muy sui generis que solo se dá entre hermanas, le señala una tumba que queda casi al final del panteón, se van caminando ignorándonos por completo, mi abuelito y yo nos quedamos parados frente al bisabuelo, ¿y su mamá donde está enterrada?- le pregunto para romper el hielo, el deposita un manojito de flores con hojas de granada en un bote de plástico cortado a propósito para servir de florero, rezamos un padre nuestro y dos aves marías, descanse en paz, así sea, caminamos por entre montones de tierra con cruces en la cabecera evitando pasarles por enmedio, algunas ya ni siquiera tienen letras visibles y mucho menos un ramo de flores o una corona artificial, olvidados y dejados permanecen, contrastan con aquellos a quien se les recuerda más, presutuosos espacios, algunos mas grandes que el porche de mi casa, otros con cajones vacíos y abiertos, esperando por alguien, todos juntos en este lugar que no distingue clase social, raza ni edad, en este lugar que siempre nos hace volver, cada julio y diciembre, para intentar alegrarle el día con su rosal eterno que dejó plantado antes de partir, para abrazarle y declararle cuanta falta nos hace, cumpliría cincuenta y cuatro-dice mi abuelita entre un sutil sollozo mientras riega un zempazuchitl que ha crecido improvisadamente junto a la pared. Nos marchamos en silencio, maria madre de gracia madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran señora.

Comments:
Siempre le llevo un chicle y una historia, tengo fé, por unas horas...
Mel
 
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