miércoles, octubre 12, 2005

Basado en Monterrey...

Desde Santiago de Chile, un buscador de utopías escribe esto de su estancia por aquí (a propósito de octubre):

Hacía ya tiempo que esta habitación estaba sellada al mundo, y con un pequeño epitafio en su puerta. Aquí nunca se sabe cuando para de llover. El cielo se descascara a pedazos, el desierto se compone de almas que circulan a diario, en medio de esta lluvia torrencial; los edificios se erigen como lapidas, y apilo imágenes insufrible en las puertas, sello las ventanas con pasados y me embriago de estos monumentos de razón petrificada. Recorro esta ciudad de espejos, donde nos drogamos en sus rincones, y cada sorbo de esta indiferencia es un amargo placer. Es que en esta ciudad nunca se sabe cuando para de llover, ni aun en esta habitación con todo y sus fantasmas esperándome.

Esta habitación es un burdel de putas inalcanzables donde vuelo con el aire del desierto esperando perderme en sus ventiscas y que deje de llover. En esta ciudad de desiertos --de gente desértica--, las palabras vuelan en conversaciones privadas con libros polvorientos que ya nadie lee.

Nervinson Machado

Comments:
Mi espacio es también, a veces, así. Día lluvioso. Mi espacio es también, a veces, es primavera: y creo, genero no sé qué cosas. No sé son buenas o malas, o bien, grandes o pequeñas.
Los libros viejos, polvorientos que nadie lee están también en todas partes como páginas vírgenes. Un libro es todo, pero también es nada cuando está solo solitario en un rincón olvidado. Cuando alguien lee se hace el milagro: el diálogo.
 
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